Calienta el horno a 140ºC, y cubre una o dos placas de horno con papel cera.
Monta a punto de nieve las claras de huevo, hasta que estén espumosas. Ahora añade poco a poco el azúcar, batiendo en todo momento. El merengue se volverá brillante.
Con una cuchara o una manga pastelera, forma nubes de merengue del tamaño que desees. Hornea durante unos 30 minutos si son pequeños, 40-50 minutos si son más grandes. Cuando ya estén firmes (levanta uno para comprobar si la parte de abajo está hecha), apaga el horno pero no saques los merengues todavía, déjalos dentro hasta que estén totalmente templados. Si los sacas antes, el cambio brusco de temperatura los volverá mucho más quebradizos.
TRUCOS:
Es muy importante que tanto el bol como la batidora estén limpios y secos – un poco de grasa o humedad hará que las claras no consigan mucho volumen.
La temperatura del horno afecta mucho al resultado – si quieres que los merengues estén muy secos y crujientes, calienta el horno a 100ºC (y hornea durante 40-60 minutos), pero si prefieres que estén crujientes por fuera y un poco blandito por dentro, sube la temperatura a 140ºC.
Como la calidad del huevo es muy importante en esta receta, recomendamos utilizar huevos de gallinas alimentadas con cereales.
Es más fácil separar los huevos cuando estén fríos (y es menos probable que se rompa la yema), pero es más fácil montar las claras cuando estén a temperatura de ambiente.
Si el azúcar no está bien disuelto en las claras, tendrás pequeñas gotitas de líquido en el merengue final, pero es aconsejable añadir el azúcar poco a poco mientras sigas batiendo.
Si añades todo el azúcar al principio, las claras tardan mucho más en subir.